Elena del Amo
EL PERIODICO
Las carreteras más espectaculares del mundo (1)
( Sis carreteres espectaculars del Viajar de EL PERIODICO , que en tornarem.)
A través de paisajes que cortan la respiración y dejan sin aliento,
con un trazado infinito de curvas impresionantes, al filo de los
precipicios, literalmente sobre el mar… Poco importa adónde lleven. Más
que una vía de acceso, algunas carreteras son un destino en sí mismo.
Esta docena de carreteras que ahora proponemos se encuentran entre las más espectaculares de los cinco continentes y prometen reconciliar a los apasionados del volante con el placer de conducir entre paisajes asombrosos que muestran una nueva forma de contemplar el mundo. Todo un reto para los conductores y un espectáculo único para los pasajeros.
Esta docena de carreteras que ahora proponemos se encuentran entre las más espectaculares de los cinco continentes y prometen reconciliar a los apasionados del volante con el placer de conducir entre paisajes asombrosos que muestran una nueva forma de contemplar el mundo. Todo un reto para los conductores y un espectáculo único para los pasajeros.
Autopista del Atlántico
Los anuncios de coches se rifan estos ocho kilómetros al ras del agua que, saltando de islote en islote, van hilvanando pequeñas localidades de los fiordos del Oeste de Noruega. Desde luego sus ocho puentes, con sus escorzos y pendientes de poner los pelos de punta, se dirían concebidos para epatar. Habrá que seguir la Rv64 entre Kristiansund y Molde para rodar sobre esta joya de la ingeniería civil desde cuyos miradores llegan a verse focas y ballenas con el buen tiempo y, si hay tempestad, sentirse envuelto por toda la bravura del mar vikingo.
Los anuncios de coches se rifan estos ocho kilómetros al ras del agua que, saltando de islote en islote, van hilvanando pequeñas localidades de los fiordos del Oeste de Noruega. Desde luego sus ocho puentes, con sus escorzos y pendientes de poner los pelos de punta, se dirían concebidos para epatar. Habrá que seguir la Rv64 entre Kristiansund y Molde para rodar sobre esta joya de la ingeniería civil desde cuyos miradores llegan a verse focas y ballenas con el buen tiempo y, si hay tempestad, sentirse envuelto por toda la bravura del mar vikingo.
Paso del Stelvio
Los amantes del ciclismo conocen bien este zigzag de vértigo en los Alpes italianos que, año sí año también, figura como uno de los rompepiernas del Giro de Italia. Ya casi en la frontera con Suiza, la Strada Statale SS38 va trepando por la falda de la montaña a través de las 48 curvas cerradísimas que ascienden hasta los 2.760 metros de este paso entre paisajes lunares. Todo un espectáculo sobre todo para los motoristas.
Los amantes del ciclismo conocen bien este zigzag de vértigo en los Alpes italianos que, año sí año también, figura como uno de los rompepiernas del Giro de Italia. Ya casi en la frontera con Suiza, la Strada Statale SS38 va trepando por la falda de la montaña a través de las 48 curvas cerradísimas que ascienden hasta los 2.760 metros de este paso entre paisajes lunares. Todo un espectáculo sobre todo para los motoristas.
Costa Amalfitana
Sí, aunque sea en el cabrio más humilde del mercado, no hay placer comparable al de avanzar descapotado por esta treintena de kilómetros que, entre Sorrento y Salerno, quedan encajonados entre el Mediterráneo y la empalizada perfecta que conforman los montes Lattari. Sorteando los campos de limoneros, al fondo de los precipicios asoma la antigua república marinera de Amalfi, el glamuroso pueblito de Positano y alguna otra meca de los años licenciosos de la dolce vita europea.
Sí, aunque sea en el cabrio más humilde del mercado, no hay placer comparable al de avanzar descapotado por esta treintena de kilómetros que, entre Sorrento y Salerno, quedan encajonados entre el Mediterráneo y la empalizada perfecta que conforman los montes Lattari. Sorteando los campos de limoneros, al fondo de los precipicios asoma la antigua república marinera de Amalfi, el glamuroso pueblito de Positano y alguna otra meca de los años licenciosos de la dolce vita europea.
La senda de “Drácula”
A través de los picos más elevados de los Cárpatos del Sur, las regiones de Transilvania y Valaquia quedaron unidas en los años 70 gracias a este antaño paso militar que muchos amantes de la conducción extrema vienen a buscar a Rumanía. Un desafío de 90 kilómetros con horquillas, curvas en ese, túneles, puentes y unos paisajes de cortar la respiración que la nieve suele bloquear de octubre a junio.
A través de los picos más elevados de los Cárpatos del Sur, las regiones de Transilvania y Valaquia quedaron unidas en los años 70 gracias a este antaño paso militar que muchos amantes de la conducción extrema vienen a buscar a Rumanía. Un desafío de 90 kilómetros con horquillas, curvas en ese, túneles, puentes y unos paisajes de cortar la respiración que la nieve suele bloquear de octubre a junio.
Las gargantas bereberes del Dadés
Compiten con las paredes a la vertical de las vecinas gargantas del Todra, pero, para conducir, las del Dadés ganan por goleada. Una estrecha tira de asfalto serpentea entre paisajes marcianos de rojos por doquier: el de los monumentales roquedos que se ciernen sobre la diminuta carretera, el de las casas de adobe, los ksour o pueblos amurallados densamente poblados por los bereberes, y el rojo también de las kasbahs medio en ruinas que atraen a muchos hasta esta despampanante región presahariana al sur de las montañas del Gran Atlas marroquí.
Compiten con las paredes a la vertical de las vecinas gargantas del Todra, pero, para conducir, las del Dadés ganan por goleada. Una estrecha tira de asfalto serpentea entre paisajes marcianos de rojos por doquier: el de los monumentales roquedos que se ciernen sobre la diminuta carretera, el de las casas de adobe, los ksour o pueblos amurallados densamente poblados por los bereberes, y el rojo también de las kasbahs medio en ruinas que atraen a muchos hasta esta despampanante región presahariana al sur de las montañas del Gran Atlas marroquí.
La carretera de Los Caracoles
Exactamente eso parecen, caracoles, los vehículos que enfilan a cámara lenta por la treintena de curvas consecutivas de la pendiente más espeluznante –la cuesta Juncal– del paso andino que une Chile y Argentina, conocido también como el Paso Internacional Los Libertadores o del Cristo Redentor. Todo un reto para la conducción, sin barandillas de seguridad, con muchos camiones y algún que otro desprendimiento de rocas. La nieve cierra a menudo al tráfico a pesar de tratarse de la vía principal entre Santiago y la ciudad de Mendoza. Todo un reto para los conductores y un espectáculo único para los pasajeros.
Exactamente eso parecen, caracoles, los vehículos que enfilan a cámara lenta por la treintena de curvas consecutivas de la pendiente más espeluznante –la cuesta Juncal– del paso andino que une Chile y Argentina, conocido también como el Paso Internacional Los Libertadores o del Cristo Redentor. Todo un reto para la conducción, sin barandillas de seguridad, con muchos camiones y algún que otro desprendimiento de rocas. La nieve cierra a menudo al tráfico a pesar de tratarse de la vía principal entre Santiago y la ciudad de Mendoza. Todo un reto para los conductores y un espectáculo único para los pasajeros.
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