El 'Reloj del Apocalipsis' se adelanta a tres minutos de la medianoche
El profesor Richard Somerville, de la Universidad de California en San Diego presenta la "Doomsday Clock" Afp/ Nicholas Kamm
Las tensiones nucleares, el cambio climático y la contaminación acercan 'el día del Juicio Final'
Vida | 26/01/2015 - 08:00h | LA VANGUARDIA: 26/01/2015 - 09:38h
Barcelona
Si la vida de la Humanidad se midiera como un día de 24 horas, estaríamos a tres minutos
de la medianoche. Es decir, a 180 segundos de nuestro final. Esa
afirmación, que puede sonar como el producto de las mentes desquiciadas
de los seguidores de alguna extraña secta, ha sido lanzada, sin embargo,
por un grupo de científicos de la Universidad de Chicago que, desde
hace décadas, avizoran los diferentes datos de la actualidad
internacional para determinar cuan cerca o lejos estamos de acabar con
nuestra propia existencia.
Y el último resultado que han obtenido es que la cosa va a peor. El reloj acaba de ser adelantado de golpe dos minutos, a solo tres de la fatal medianoche, porque en estos inicios del 2015 existen tensiones nucleares entre varios países y el clima y el medio ambiente despiertan también preocupaciones mayores. La vida en nuestro planeta está más amenazada que hace un año y así lo refleja, como una clara llamada de atención el Doomsday Clock o Reloj del Apocalipsis, que publica el Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago desde 1947, cuando se inició la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS poco después del final de la Segunda Guerra Mundial
La única vez que estuvimos más cerca de la medianoche fue en 1953, en el año en que Estados Unidos y la URSS decidieron desarrollar sus propias bombas termonucleares de hidrógeno. Ahí llegamos a las 23.58 horas. Desde entonces, el momento más cercano a una guerra nuclear fue probablemente el de la crisis de los misiles de Cuba, en 1962. El Reloj del Apocalipsis se mantuvo entonces a siete minutos del final porque en los 13 días que duraron las mayores tensiones, al borde de una guerra nuclear, no dio tiempo a reunirse a los miembros del boletín científico.
Desde su existencia, el Reloj del Apocalipsis ha marcado algunos momentos históricos en los que la hemos estado más cerca del desastre. En 1984, en plena tensión armamentista entre Estados Unidos y la URSS por el programa de defensa conocido como La Guerra de las Galaxias que propugnaba el presidente Ronald Reagan, el reloj marcaba, como ahora, las 23.57 horas. El minutero ha tenido altibajos continuos. El momento de mayor relajación fue en 1991, cuando las dos grandes potencias nucleares firmaron el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. De ahí hasta ahora, ha habido pocos motivos para retrasar la manecilla.
El boletín científico publicó la semana pasada el adelanto de dos minutos con una advertencia al mundo: “el desenfrenado cambio climático, las modernizaciones de las armas nucleares globales y los desmedidos arsenales de armas nucleares ponen extraordinarios e innegables amenazas a la existencia continuada de la humanidad, y los líderes mundiales han fallado en actuar con la velocidad o en la escala requerida para proteger a los ciudadanos de una potencial catástrofe. Estos fallos de liderazgo político ponen en peligro a cada persona sobre la Tierra”.
Este grupo de científicos propone seis medidas urgentes para reducir esas amenazas: emprender acciones para reducir la emisiones de gases de efecto invernadero a niveles previos a la era preindustrial, reducir de forma drástica los planes de modernización de armas nucleares, relanzar los programas de desarme centrándose en los resultados, actuar con el problema de los desperdicios nucleares comerciales y crear instituciones para detectar y afrontar los abusos potencialmente catastróficos de las nuevas tecnologías.
En el 2014, los científicos nucleares señalaron: “podemos manejar nuestra tecnología o ser víctimas de ella. La elección es nuestra, y el reloj está en marcha”. Un año después, la amenaza es más seria. “La probabilidad de una catástrofe global es muy alta, y las acciones necesarias para reducir los riesgos del desastre deben ser tomadas muy pronto”. Al menos sabemos que, aunque por tres minutos, todavía estamos a tiempo.
Y el último resultado que han obtenido es que la cosa va a peor. El reloj acaba de ser adelantado de golpe dos minutos, a solo tres de la fatal medianoche, porque en estos inicios del 2015 existen tensiones nucleares entre varios países y el clima y el medio ambiente despiertan también preocupaciones mayores. La vida en nuestro planeta está más amenazada que hace un año y así lo refleja, como una clara llamada de atención el Doomsday Clock o Reloj del Apocalipsis, que publica el Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago desde 1947, cuando se inició la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS poco después del final de la Segunda Guerra Mundial
La única vez que estuvimos más cerca de la medianoche fue en 1953, en el año en que Estados Unidos y la URSS decidieron desarrollar sus propias bombas termonucleares de hidrógeno. Ahí llegamos a las 23.58 horas. Desde entonces, el momento más cercano a una guerra nuclear fue probablemente el de la crisis de los misiles de Cuba, en 1962. El Reloj del Apocalipsis se mantuvo entonces a siete minutos del final porque en los 13 días que duraron las mayores tensiones, al borde de una guerra nuclear, no dio tiempo a reunirse a los miembros del boletín científico.
Desde su existencia, el Reloj del Apocalipsis ha marcado algunos momentos históricos en los que la hemos estado más cerca del desastre. En 1984, en plena tensión armamentista entre Estados Unidos y la URSS por el programa de defensa conocido como La Guerra de las Galaxias que propugnaba el presidente Ronald Reagan, el reloj marcaba, como ahora, las 23.57 horas. El minutero ha tenido altibajos continuos. El momento de mayor relajación fue en 1991, cuando las dos grandes potencias nucleares firmaron el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. De ahí hasta ahora, ha habido pocos motivos para retrasar la manecilla.
El boletín científico publicó la semana pasada el adelanto de dos minutos con una advertencia al mundo: “el desenfrenado cambio climático, las modernizaciones de las armas nucleares globales y los desmedidos arsenales de armas nucleares ponen extraordinarios e innegables amenazas a la existencia continuada de la humanidad, y los líderes mundiales han fallado en actuar con la velocidad o en la escala requerida para proteger a los ciudadanos de una potencial catástrofe. Estos fallos de liderazgo político ponen en peligro a cada persona sobre la Tierra”.
Este grupo de científicos propone seis medidas urgentes para reducir esas amenazas: emprender acciones para reducir la emisiones de gases de efecto invernadero a niveles previos a la era preindustrial, reducir de forma drástica los planes de modernización de armas nucleares, relanzar los programas de desarme centrándose en los resultados, actuar con el problema de los desperdicios nucleares comerciales y crear instituciones para detectar y afrontar los abusos potencialmente catastróficos de las nuevas tecnologías.
En el 2014, los científicos nucleares señalaron: “podemos manejar nuestra tecnología o ser víctimas de ella. La elección es nuestra, y el reloj está en marcha”. Un año después, la amenaza es más seria. “La probabilidad de una catástrofe global es muy alta, y las acciones necesarias para reducir los riesgos del desastre deben ser tomadas muy pronto”. Al menos sabemos que, aunque por tres minutos, todavía estamos a tiempo.
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